10-11 de noviembre de 1981
Eternas
calaveras inmortales
yacen
entre llamas
juguetes
entre brazos mutilados
casas
llenas de muerte,
niños
hermosos adornando ataúdes;
en
el clandestino horizonte de la guerra
inocencias
armadas de venganza,
sangrientos
cerros impotentes
masticando
cuerpos
ocultados
en sus vísceras,
filas
de cadáveres
que
buscan su destino en los abismos
voces
que convierten en eco la ausencia
esperanzas
raptadas y perdidas
deseando
encontrarse
en los ayeres de la memoria
en
el lugar donde el terror y la crueldad
no
son parte de la voluntad de Dios
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